Orientación

La Carta es apenas el inicio

Los compromisos contemplados en la Carta sobre el clima y el medio ambiente para organizaciones humanitarias constituyen un conjunto de principios destinados a orientar la acción humanitaria ante las crisis climáticas y ambientales. A fin de que estos compromisos se materialicen, las organizaciones deben formular objetivos específicos y mensurables, además de elaborar planes de acción que incluyan cauces y medios para alcanzar sus objetivos.

Esta guía está destinada a apoyar a las organizaciones en la elaboración de sus objetivos y en la medición de su progreso. Será actualizada conforme a la evolución de nuevos conocimientos y práct.

Orientaciones generales:

A continuación, presentamos las orientaciones:

Orientación

COMPROMISO 1

Fortalecer nuestra respuesta ante las crecientes necesidades humanitarias y ayudar a las personas en la adaptación a los impactos de las crisis climática y ambiental

Mediante una atención más centrada en la adaptación al cambio climático, la reducción del riesgo de desastres y las medidas preventivas favorecemos  la reducción de los riesgos y la vulnerabilidad a las crisis, las tensiones y los cambios a más largo plazo. De manera transversal, en nuestra labor, en particular en materia de preparación, intervención y recuperación, consideraremos y abordaremos la evolución de los riesgos climáticos y ambientales tanto en entornos rurales como urbanos. Nuestros programas y operaciones se basarán en sólidos análisis de riesgos, fundamentados por los mejores datos y conocimientos científicos disponibles sobre el clima y el ambiente a corto, medio y largo plazo, así como en los conocimientos locales y ancestrales.

Prestaremos apoyo a las personas más expuestas a los riesgos, teniendo en cuenta la incidencia en sus capacidades y vulnerabilidades de las características individuales –como el género, la edad, la discapacidad o la condición jurídica–, así como de la desigualdad estructural y otras situaciones, como la pobreza, la marginación, el desplazamiento, la migración, las emergencias de salud pública y los conflictos armados.

Alcance del compromise

Este compromiso apunta a la adaptación de nuestros programas a fin de que contribuyan mejor al fortalecimiento de la capacidad de resiliencia de las personas para hacer frente a los riesgos climáticos y ambientales, tanto actuales como futuros. Aun cuando las emisiones de gases de efecto invernadero cesaran por completo hoy, el calentamiento perdurará durante decenios debido a las emisiones del pasado. Somos ya testigos del desproporcionado efecto adverso de las crisis climáticas y ambientales en las comunidades que se encuentran en contextos y situaciones vulnerables. Independientemente de cualquier medida, estas consecuencias no desaparecerán de la noche a la mañana.

A fin de que nuestros programas estén a la altura de su propósito, debemos cerciorarnos de que estén configurados y sean ejecutados de manera que aborden las consecuencias actuales y contribuyan a reducir los riesgos futuros. Para ello, es necesario intensificar las iniciativas racionales desde la perspectiva del clima dirigidas a la reducción del riesgo de desastres, comprender los riesgos existentes  y su evolución, así como también identificar mecanismos adecuados para hacerles frente en el ámbito local.
Este compromiso consta de cuatro elementos esenciales, como se describe a continuación.

Intensificar la intervención ante las crecientes necesidades humanitarias

En calidad de organizaciones humanitarias, nuestra primera responsabilidad consiste en ayudar a reducir el sufrimiento y atender las necesidades de protección y de asistencia. Este compromiso refleja el reconocimiento de que estas crisis agudizarán las necesidades y, por ende, nuestras intervenciones deben estar correlacionadas con ese incremento. Hemos observado una dinámica similar durante la pandemia de COVID-19: los efectos de las crisis climáticas y ambientales tendrán un alcance mayor y más prolongado.

Enfoque más centrado en la adaptación al cambio climático, la reducción del riesgo de desastres y las medidas anticipadas

La adaptación al cambio climático alude a medidas tendientes a reducir las consecuencias negativas del cambio climático, tanto actuales como previstas, mientras al mismo tiempo se aprovechan eventuales nuevas oportunidades. Desde la perspectiva de las organizaciones humanitarias, se trata sobre todo de reducir el daño que puede conllevar el cambio climático para las personas. La reducción del riesgo de desastres y las medidas anticipadas abarcan iniciativas encaminadas a reducir la exposición de las personas y las comunidades a los riesgos derivados de los desastres, así como a la prevención de los efectos negativos de estos antes de que ocurran.

Este compromiso refleja la necesidad de lograr un mejor equilibrio entre la intervención ante las necesidades crecientes y la adopción de medidas anticipadas para reducir tanto los riesgos planteados por las crisis climáticas y ambientales existentes y futuras, como para adaptarse a ese contexto de riesgo. Las organizaciones pueden adoptar diversas medidas de prevención y para la reducción de riesgos, por ejemplo, la intensificación de los programas de formación y de sensibilización de la comunidad sobre los riesgos que afrontan las personas; la incorporación de prácticas centradas en la naturaleza en la elaboración de programas; la integración y la vinculación de los sistemas de alerta temprana de la comunidad y del país; o el fortalecimiento de las medidas anticipadas y basadas en pronósticos.

Herramientas útiles

En la labor humanitaria –en particular en lo que atañe a la preparación, la intervención y la recuperación– considerar y abordar la evolución de los riesgos climáticos y ambientales

Este compromiso requiere que las organizaciones integren la gestión de los riesgos climáticos y ambientales en su labor, de manera que sea racional en lo que atañe al clima. Los programas y las actividades racionales desde la perspectiva del clima se fundamentan en los pronósticos meteorológicos disponibles y la ciencia del clima de manera que las comunidades puedan anticipar las crisis climáticas, hacerles frente y adaptarse a ellas. Además de considerar los riesgos pasados y actuales, deben tener en cuenta los riesgos futuros, en particular la posibilidad de fenómenos meteorológicos más frecuentes, extremos e imprevisibles, así como también de cambios climáticos y ambientales de evolución más lenta, como el aumento del nivel del mar y la degradación del medio ambiente. Las fuentes de información de referencia en este análisis varían en función de la escala, el alcance y el contexto del programa, y deberán incluir un mejor uso de los pronósticos meteorológicos (para la variabilidad a corto plazo) y de las proyecciones climáticas (para las tendencias a más largo plazo). Bajo el compromiso 4 figura información adicional sobre fuentes y déficits de datos 4.

Herramientas y recursos útiles

Apoyo a las personas más expuestas a los riesgos

Existe una disparidad fundamental en lo que respecta a los efectos concretos e individuales de las crisis climáticas y ambientales y quiénes los padecen: a menudo, aun en el seno de las comunidades más afectadas, las personas con vulnerabilidades específicas se ven especialmente perjudicadas. Habida cuenta de la influencia de las características individuales en el tipo y la gravedad de los riesgos que enfrentan las personas, estos elementos revisten particular importancia en un análisis de riesgos sólido.

Herramientas y recursos útiles

Consideraciones sobre los objetivos

  • Los objetivos relativos a la intervención ante los riesgos climáticos y ambientales cambiantes en la labor humanitaria pueden referirse a tres factores: el grado de determinación de una organización para integrar los riesgos climáticos y ambientales en su labor; el porcentaje de esta labor que se compromete a adaptar; y el calendario previsto para realizar esos cambios. Bajo un objetivo ambicioso se podría aspirar a que todos los programas sean racionales desde la perspectiva del clima antes de una fecha determinada. Un objetivo menos ambicioso podría contemplar que en todos los programas se tenga en cuenta aspectos relativos al clima, es decir, que consideren los pronósticos y datos climáticos y meteorológicos, pero sin incorporar sistemáticamente el análisis y la anticipación en la elaboración y la ejecución de actividades. Un objetivo mínimo podría residir en que un determinado porcentaje de los programas tengan en cuenta consideraciones relacionadas con el clima.
  • Los objetivos también pueden referirse a otros elementos de este compromiso, en función del mandato y la dimensión de una organización. Se podría hacer referencia a la intensificación o al aumento de la inversión en la adaptación al cambio climático, en la reducción del riesgo de desastres, y/o en medidas anticipadas; al aumento del porcentaje de programas de reducción del riesgo de desastres basados en la naturaleza; o a la asignación de inversión específica para abordar los efectos desproporcionados que conllevan las crisis para las mujeres, las niñas, las personas mayores o con discapacidad, las poblaciones afectadas por conflictos y otros grupos que pueden ser marginados y/o vulnerables.

Ejemplos de objetivos

  • Antes de 2025, se identificarán, minimizarán y gestionarán los riesgos climáticos y ambientales en todos nuestros programas.
  • Antes de 2025, se tendrán en cuenta los riesgos climáticos y ambientales en todos nuestros programas y operaciones humanitarias.
  • Antes de 2025, beneficiaremos a 250 millones de personas mediante actividades para afrontar los crecientes riesgos climáticos.

COMPROMISO 2

Optimizar la sostenibilidad ambiental de nuestra labor y reducir rápidamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero

En consonancia con el principio de “no causar daño”, tomaremos las medidas necesarias para evitar, minimizar y gestionar el eventual daño climático y ambiental derivado de nuestras actividades, sin mermar nuestra capacidad de prestar asistencia humanitaria oportuna y centrada en principios. Aplicaremos políticas ambientales sólidas y evaluaremos sistemáticamente los efectos inmediatos y a largo plazo que toda nuestra labor –incluidos los programas, las adquisiciones, los servicios logísticos y las instalaciones– puedan tener sobre el medio ambiente.

Mediremos y reduciremos de manera significativa nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, conforme a los objetivos mundiales. El apoyo a proyectos de calidad tendientes a reducir emisiones para compensar las emisiones inevitables –en particular, mediante la conservación y la restauración de bosques y tierras– complementará, pero no sustituirá, las iniciativas de reducción de emisiones. Gestionaremos y utilizaremos los recursos naturales, como el agua, de manera responsable. Reduciremos y gestionaremos adecuadamente los desechos generados en nuestras instalaciones y en el marco de nuestros programas.

Alcance del compromiso

La comunidad científica conoce bien los riesgos que enfrenta la humanidad si no reducimos radicalmente nuestro uso de combustibles fósiles, gestionamos y consumimos los recursos de forma más sostenible y transformamos los sistemas de producción para disminuir los residuos y la contaminación. El principio de “no causar daño” exige que los agentes humanitarios limiten el daño que puedan causar mediante la ejecución de sus programas. Esto supone la necesidad de que evaluemos, evitemos y mitiguemos sistemáticamente los efectos ambientales negativos de nuestros programas en la medida de lo posible, y de que utilicemos nuestra influencia para impulsar una labor humanitaria más sostenible desde el punto de vista ambiental, sobre todo en lo que respecta a las cadenas de suministro y a los servicios logísticos.

Este compromiso también reconoce que nuestra responsabilidad primordial en calidad de agentes humanitarios consiste en preservar la capacidad para la atención de las necesidades humanitarias en el momento oportuno. En ciertos casos, una modalidad de trabajo más responsable y respetuosa del medio ambiente puede contribuir a una recuperación más rápida, así como al fortalecimiento de la capacidad de resiliencia, al desarrollo sostenible y a la reducción de costos.

Este compromiso consta de cinco elementos esenciales, como se describe a continuación.

Elaboración y ejecución de políticas ambientales

Las políticas ambientales establecen los compromisos que ha asumido una organización tanto a nivel interno, ante empleados y directivos, a nivel externo, ante las comunidades y las personas quienes trabaja, así como ante los donantes y otros asociados. Permiten a las organizaciones supervisar el progreso e informar al respecto, y contribuyen a conformar una cultura institucional acorde con los principios de la Carta.

Herramientas y recursos útiles

Evaluar, evitar y mitigar sistemáticamente los efectos ambientales inmediatos y a largo plazo de nuestros programas

Una medida crucial para “no causar daño” o causar el menor daño posible al medio ambiente natural reside en dar cuenta de la incidencia ambiental de los programas humanitarios en cada fase de estos. Se deberá entender como el proceso para evaluar las consecuencias que podrían conllevar los programas humanitarios para el entorno natural y para velar por que en la elaboración de estos se incluyan medidas de mitigación, que, además, se apliquen. La gestión del riesgo ambiental también supone el establecimiento y el seguimiento de indicadores que orienten el proceso de gestión de riesgos. Asimismo, se deberán elaborar y actualizar periódicamente directrices sobre los riesgos ambientales más comunes.

Herramientas y recursos útiles

Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero

El Acuerdo de París reafirma el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales. La ciencia nos indica que debemos superar esta meta. En 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático advirtió que, para evitar consecuencias catastróficas, la temperatura mundial no puede aumentar más de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales.

Para evitar que se acentúe el calentamiento, el mundo debe reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero entre un 40 % y un 50 % antes de 2030, en comparación con los niveles de 2010, y lograr emisiones netas cero antes de 2050. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), esto requiere una reducción real de las emisiones del 7,6 % anual y, finalmente, una sustitución completa de los combustibles fósiles, transformaciones en los sectores de la producción, el transporte y la logística, así como también la protección y el fomento de sumideros naturales de carbono. La Carta reconoce que los agentes que promueven la labor humanitaria deben contribuir a estas iniciativas.

Observaciones respecto de los alcances de las emisiones: conforme al Protocolo de Gases de Efecto Invernadero, las emisiones de gases de efecto invernadero de las organizaciones se clasifican en alcances de niveles 1, 2 o 3. El alcance 1 incluye todas las emisiones directas de gases de efecto invernadero provenientes de fuentes controladas por la organización. El alcance 2 abarca las emisiones de fuentes controladas de manera indirecta por la organización, como las emisiones de la generación de electricidad adquirida y, en definitiva, consumida por la organización. El alcance 3 abarca todas las demás emisiones indirectas que se producen a partir de fuentes no controladas por la organización, como las emisiones procedentes de los viajes, las adquisiciones, la logística, los residuos y el uso del agua.

Las emisiones del alcance 3 representan el grueso de las emisiones de gases de efecto invernadero para la mayor parte de las organizaciones humanitarias. La reducción de nuestra huella ambiental exige que identifiquemos la amplitud (límites de la organización) y la profundidad (alcance) de nuestras emisiones y que adoptemos medidas para reducir directamente las que se encuentran bajo nuestro control. Asimismo, debemos trabajar juntos, como sector, para influir en nuestros socios y proveedores a fin de que reduzcan sus emisiones. Este enfoque requiere que las organizaciones tomen las medidas necesarias para que las opciones en materia de adquisiciones y de logística estén determinadas tanto por los precios como por su impacto ambiental.

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Compensación de las emisiones de gases de efecto invernadero

Debemos actuar para reducir nuestras emisiones reales de gases de efecto invernadero en lugar de confiar en mecanismos que compensen nuestras emisiones. Sin embargo, es probable que algunos niveles de emisiones se mantengan en el futuro cercano. Además de la reducción real de las emisiones, los mecanismos de compensación y créditos de carbono de alta calidad pueden ayudar a las organizaciones a compensar las emisiones inevitables.

Los mecanismos de compensación pueden incluir créditos que apoyen la producción de energía renovable e iniciativas de reforestación, rehabilitación y conservación adecuados al contexto que secuestren el dióxido de carbono en depósitos naturales. En el futuro, la captura y el almacenamiento de carbono en la atmósfera también pueden surgir como opciones de compensación responsables y eficaces.

Los mecanismos de compensación deben ser objeto de una selección minuciosa para evitar consecuencias negativas. A menudo, las iniciativas de rehabilitación y reforestación pueden generar beneficios económicos y ambientales secundarios para las personas y los ecosistemas. No obstante, también plantean sus propios riesgos ecológicos y, si se utilizan de manera inadecuada, pueden provocar un aumento neto de las emisiones u otras consecuencias ambientales y/o socioeconómicas negativas.

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Gestión de recursos y reducción de residuos

La Carta compromete a las organizaciones a gestionar y limitar, de manera responsable, el uso de los recursos naturales, como el agua, y a reducir los residuos que generan. Esto conlleva adoptar decisiones sobre nuestra forma de trabajar; el modo en que nuestras intervenciones pueden degradar o agotar recursos naturales como el agua subterránea o la vegetación; nuestro uso de plástico y otros materiales no reutilizables ni biodegradables; nuestros motivos para viajar y los modos de hacerlo; los tipos de instalaciones que alquilamos o construimos; así como las herramientas, los equipos y los vehículos que utilizamos. Además, debemos tener en cuenta los estándares ambientales de proveedores y prestadores de servicios. Estas medidas contribuyen a reducir las emisiones del alcance 3 y otros efectos perjudiciales para el medio ambiente, como la contaminación del agua, la excesiva carga de las infraestructuras públicas y los vertederos. Una mejor gestión de los recursos y la reducción de los residuos pueden generar eficiencia y ahorro de costos, al igual que un enfoque más racional de los viajes, las adquisiciones y la gestión de nuestras instalaciones.

Herramientas y recursos útiles

Consideraciones sobre los objetivos

Emisiones de gases de efecto invernadero

La reducción de emisiones se mide con respecto a una línea de base que representa el nivel de emisiones de un año determinado. Para establecer un objetivo, puede utilizarse como referencia un año en el pasado, en que las emisiones fueron menores que en el actual, respecto al cual medir la reducción real. Otra forma, probablemente menos ambiciosa, consiste en proyectar las emisiones de una organización en el futuro en un contexto hipotético en que nada cambiara, con condiciones similares a las actuales, y comprometerse a reducir las emisiones con respecto a este nivel teórico.

Aunque los plazos para lograr la reducción de las emisiones pueden variar ligeramente, la comunidad internacional y la literatura científica sobre el cambio climático han establecido directrices claras sobre los requisitos necesarios para cumplir los objetivos mundiales. Se considera que los objetivos mínimos viables consisten en reducir las emisiones entre un 40 % y un 50 % antes de 2030, en comparación con 2010, y lograr la neutralidad del carbono antes de 2050. Un objetivo más ambicioso entrañaría comprometerse a la neutralidad del carbono mucho antes de 2050 y podría especificar reducciones concretas de las emisiones de las instalaciones, el equipamiento y los viajes de una organización.

Reducción de residuos y gestión de recursos

Los objetivos de gestión sostenible de los recursos y de reducción de los residuos son complementarios a los objetivos de reducción de las emisiones. El uso sostenible de los recursos y la reducción de los residuos generalmente conducen a una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, además de reducir la degradación del medio ambiente, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.

Los objetivos ambiciosos pueden establecer el compromiso de instalar medidores de agua y reducir el consumo de agua en un porcentaje significativo a corto plazo; definir una fecha en la que no se enviará ningún residuo al vertedero; y asumir el compromiso de aplicar normas de sostenibilidad en los procesos de adquisición de tecnología de la información (TI). Los objetivos mínimos pueden incluir la incorporación de normas de reciclaje, la disminución de residuos, la reducción de viajes (en avión) y la preferencia por opciones de transporte ambientalmente sostenibles.

Ejemplos de objetivos

  • Adoptaremos una política ambiental antes de 2024.
  • Evaluaremos sistemáticamente los riesgos ambientales de nuestros programas y pondremos en práctica medidas de mitigación para reducir los más graves.
  • Nuestra organización tendrá neutralidad climática antes de 2050.
  • Los plásticos de un solo uso se eliminarán de nuestros programas y de nuestras instalaciones antes de 2022.
  • Todos nuestros residuos electrónicos se reciclarán antes de 2025.
  • Reduciremos nuestras emisiones de gases de efecto invernadero en un 50 % antes de 2030, en comparación con los niveles de 2018.
  • Reduciremos nuestras emisiones relacionadas con viajes en un 50 % antes de 2025.
  • Todas nuestras instalaciones serán neutras en carbono antes de 2025.

COMPROMISO 3

Promover el liderazgo de agentes y comunidades locales

Nuestra labor estará guiada por el liderazgo y la experiencia de agentes y comunidades locales. Les prestaremos apoyo para su mejor preparación ante los riesgos planteados por los cambios en el clima y el medio ambiente. Nos nutriremos de los conocimientos locales e indígenas en materia de medidas de mitigación y adaptación, particularmente las prácticas centradas en la naturaleza. Invertiremos en intervenciones duraderas y adaptadas a las necesidades locales. Asimismo, en los procesos de elaboración, gestión, ejecución y evaluación de nuestros programas, promoveremos la participación inclusiva y significativa, así como también el liderazgo de los agentes locales y de las personas a quienes asistimos.

Alcance del compromiso

Los agentes y las comunidades locales son los agentes de intervención inicial e inmediata ante las crisis climáticas y ambientales, además de los más indicados para evaluar sus necesidades. La Carta compromete a las organizaciones a velar por que las instituciones, autoridades y comunidades locales tengan mejor acceso a la adopción de decisiones relativas a dónde y cómo asignar fondos, formular programas, así como supervisar el progreso y alcanzarlo.

Una comprensión cabal de los riesgos climáticos y ambientales requiere también un uso más eficaz de conocimientos y prácticas locales, tradicionales e indígenas. Los riesgos climáticos y ambientales suelen ser específicos del contexto, al igual que las capacidades de adaptación y las vulnerabilidades. La Carta nos compromete a integrar mejor el análisis de los riesgos y vulnerabilidades de la comunidad con la investigación y los datos científicos. También conlleva el compromiso de invertir en medidas sostenibles a nivel local; en otras palabras, los programas deben contribuir a apoyar la capacidad local para gestionar las intervenciones en el largo plazo.

Este compromiso denota que la adopción eficiente del liderazgo local exige una participación significativa e inclusiva. Se trata de afrontar las barreras estructurales para la participación y de incorporar en todas las fases del ciclo del proyecto consideraciones relativas, entre otros aspectos, a la disparidad de género y a la marginación política, social y económica.

Herramientas y recursos útiles

Consideraciones sobre los objetivos

Muchos de los principios para la adaptación a nivel local pueden transformarse en objetivos concretos que comprometan a las organizaciones a dedicar una parte de la financiación a los agentes locales, a profundizar en la participación local en la adopción de decisiones y a aumentar el porcentaje de programas que se basan en iniciativas locales existentes. Las organizaciones pueden optar por refrendar los principios como parte de sus objetivos o inspirarse en ellos para formular objetivos acordes a su mandato y tamaño.

Ejemplo de objetivos

Antes de 2022, todas nuestras actividades de sensibilización estarán fundamentadas en las opiniones y prioridades locales, mediante el uso de métodos adecuados y la adopción de medidas concertadas para obtener una igualdad y equidad en la representación.

COMPROMISO 4

Aumentar nuestra capacidad para comprender los riesgos climáticos y ambientales y definir intervenciones basadas en pruebas

A fin de fortalecer nuestra capacidad para reducir los riesgos, anticipar las crisis, actuar de manera temprana y alcanzar la sostenibilidad de nuestras actividades, mejoraremos nuestra comprensión de la evolución, a corto y mediano plazo, de los riesgos climáticos y ambientales, así como de las oportunidades que ofrecen estos cambios. Cuando sea factible, elaboraremos y difundiremos datos y análisis pertinentes y accesibles para contribuir a paliar la escasez de datos. Mejoraremos nuestro uso de la ciencia, las pruebas, la tecnología y la comunicación para abordar estos riesgos en todas nuestras actividades.

Alcance del compromiso

La comprensión de los riesgos climáticos y ambientales permite a los agentes que promueven la labor humanitaria calibrar adecuadamente su intervención. A fin de proporcionar análisis de riesgo que sean exhaustivos, fiables y pertinentes, deberían utilizarse los datos meteorológicos, así como los conocimientos locales e indígenas sobre las pautas de variabilidad. En numerosos lugares donde trabajan las organizaciones humanitarias, los datos pertinentes pueden ser escasos o poco fiables; por lo tanto, resulta crucial la colaboración de todo el sector humanitario y de otros sectores para abordar el déficit de datos existentes y emergentes.

La capacidad de reunir y producir este conocimiento no es uniforme en todo el sector. La Carta compromete a las organizaciones a difundir datos y análisis pertinentes y accesibles cuando sea factible. Este compromiso subraya la importancia de desarrollar el conocimiento y de superar las disparidades en el acceso a los datos entre las grandes organizaciones que cuentan con recursos para recopilar y organizar datos, y las organizaciones más pequeñas que se beneficiarían de ello. También está pensado para promover el intercambio de datos más allá del sector humanitario, entre organizaciones humanitarias y de desarrollo, organizaciones con acceso a datos agrícolas y meteorológicos, gobiernos y el sector privado.

Herramientas y recursos útiles

Consideraciones sobre los objetivos

Es posible que las organizaciones que disponen del mandato y la capacidad para realizar investigaciones se planteen asignar una parte de su presupuesto y sus recursos a comprender mejor los riesgos climáticos y ambientales y su incidencia en la acción humanitaria, así como a identificar prácticas idóneas. Las organizaciones pueden establecer objetivos para invertir en programas y proyectos que aumenten su capacidad colectiva de recopilar y analizar datos pertinentes, por ejemplo, mediante la colaboración con las comunidades para establecer mecanismos de vigilancia meteorológica y estrategias para registrar datos meteorológicos a lo largo de calendarios plurianuales.

Ejemplos de objetivos

  • Antes de 2025, todo el personal y socios pertinentes recibirán formación sobre la integración de los riesgos climáticos y ambientales en nuestros programas.
  • Antes de 2022, nuestros datos sobre los riesgos climáticos en países específicos se pondrán a disposición del sector humanitario en general.
  • Antes de 2023, recopilaremos ejemplos de prácticas adecuadas sobre la integración de los riesgos climáticos y medioambientales en los programas sobre medios de vida.

COMPROMISO 5

Trabajar en colaboración, en el sector humanitario y en otros sectores, para fortalecer la acción climática y ambiental

Mejoraremos la cooperación en el conjunto del sistema humanitario, sobre todo entre los agentes locales, nacionales e internacionales. También trabajaremos con las autoridades locales y nacionales; los agentes que promueven el ambiente, el desarrollo y los derechos humanos; las instituciones financieras internacionales; el ámbito de la investigación; el sector privado; los proveedores y donantes para propiciar la continuidad de las iniciativas tendientes a gestionar riesgos y concebir intervenciones sostenibles. En particular, intercambiaremos nuestros conocimientos e ideas para contribuir a configurar un desarrollo inclusivo, centrado en las personas y con capacidad de adaptación ante el cambio climático.

Alcance del compromiso

Este compromiso pone de relieve la importancia de la colaboración, sobre todo entre agentes locales e internacionales, y de velar por que nos complementemos, intercambiemos información y aprovechemos al máximo las capacidades de las distintas organizaciones. También se trata de reducir las diferencias, eliminar los compartimentos estancos y trabajar con otros agentes, más allá del sector humanitario –como las organizaciones de desarrollo, los agentes del ámbito del clima, el mundo académico y de la investigación, las instituciones financieras internacionales y las autoridades nacionales y locales– para propiciar la continuidad de las iniciativas. El acceso a la financiación, las alianzas con el sector privado y el apoyo de los donantes deben contribuir a apoyar una acción climática y ambiental más eficaz.

Varias iniciativas y asociaciones mundiales, como la Acción Temprana informada sobre el Riesgo (ONU), aspiran a fortalecer la colaboración y a conectar e intensificar las medidas existentes en materia de alerta temprana, acción temprana e intervención ante las deficiencias y necesidades identificadas por los países y las comunidades vulnerables a desastres inducidos por el clima.

Herramientas y recursos útiles

Consideraciones sobre los objetivos

La disponibilidad y la calidad de los datos climáticos y ambientales varían de manera considerable de acuerdo con la ubicación. Por ello, es posible que las organizaciones decidan inicialmente emprender un estudio para identificar qué datos están disponibles, quién los tiene, qué área geográfica abarcan y cómo pueden ser útiles para diferentes actividades. Por ejemplo, las autoridades nacionales de medio ambiente o los institutos regionales de investigación podrían haber cartografiado y/o realizado una modelización proyectada de las zonas propensas a las inundaciones o de la tasa de reposición de los diferentes acuíferos. La segunda etapa consiste en establecer alianzas para la colaboración continua con el fin de generar, poner en común y utilizar los datos procedentes de diversas fuentes (comunidades locales, investigación científica, entre otras) para fundamentar la programación.

Ejemplos de objetivos

  • En 2022, trabajaremos en colaboración con las autoridades locales y nacionales, las organizaciones de la sociedad civil y los agentes que promueven el desarrollo para fortalecer la gestión de los recursos hídricos en las ciudades afectadas por conflictos.
  • Antes de 2025, habremos realizado y difundido un análisis actual y proyectado de los riesgos climáticos y ambientales en todas las ubicaciones geográficas donde trabajamos, con datos primarios y secundarios de las autoridades pertinentes, incluidos los institutos de investigación, el gobierno y las comunidades.

COMPROMISO 6

Emplear nuestra capacidad de influencia para movilizar una acción urgente y más ambiciosa en favor del clima y de la protección ambiental

Instamos a la acción urgente y ambiciosa en todos los niveles por parte de gobiernos, organizaciones, el sector privado y los individuos para reducir riesgos y enfrentar las causas y consecuencias de las crisis climáticas y ambientales. Nos comprometemos a aportar datos sobre la experiencia de las poblaciones y sobre las consecuencias humanitarias, actuales y futuras, de estas crisis, a fin de aportar fundamentos y generar influencia para la adopción de decisiones en materia de legislación, políticas e inversiones. También intensificaremos nuestras iniciativas para promover una mejor puesta en práctica de la legislación y de normas, políticas y planes nacionales e internacionales pertinentes, para fortalecer la acción en favor del clima y de la protección ambiental.

Alcance del compromiso

La Carta nos compromete a trabajar de manera conjunta para propiciar una acción ambiciosa en materia de adaptación y mitigación del cambio climático y para velar por no dejar al margen a las poblaciones más vulnerables. El sector humanitario se encuentra en una posición excepcional para influir en los marcos jurídicos y políticos a fin de canalizar mejor los recursos y la atención hacia las personas vulnerables y en riesgo. Podemos hacer valer nuestra presencia, nuestros conocimientos y nuestra perspectiva para trabajar con bancos multilaterales de desarrollo a fin de aumentar los fondos asignados a las iniciativas de adaptación y dirigir la financiación climática hacia las poblaciones desatendidas y los países frágiles o afectados por conflictos. Mediante la colaboración con gobiernos locales y nacionales, podemos asesorar sobre el fortalecimiento de las leyes y políticas en materia de desastres y de clima. Gracias a alianzas nuevas y existentes con el sector privado, las organizaciones humanitarias pueden impulsar una mayor inversión en cadenas de valor y en infraestructuras comerciales con capacidad de adaptación ante el cambio climático. Por último, a través del compromiso de todo el sector con los gobiernos y las instituciones multilaterales, la Carta nos compromete a abogar por una acción climática y una protección ambiental más ambiciosas, una mejor adhesión a los acuerdos internacionales existentes y un mayor énfasis en las consecuencias de estas crisis en las comunidades y las personas a las que prestamos asistencia.

Herramientas y recursos útiles

Consideraciones sobre los objetivos

Los objetivos varían en función de la capacidad y del mandato de la organización. Es posible que las organizaciones prefieran identificar distintos niveles de actividades que puedan emprender para movilizar una acción más urgente, por ejemplo, diálogos mensuales con miembros de la comunidad y representantes del gobierno local, así como también la organización de eventos internacionales sobre el clima y el medio ambiente y/o la asistencia a tales encuentros.

Ejemplos de objetivos

  • Antes de 2025, se fortalecerá, entre los Estados y las partes en conflicto, la sensibilización, la comprensión y la aplicación del derecho internacional humanitario que protege el medio ambiente.
  • En 2022, tendremos interacción con nuestros gobiernos y apoyaremos a nuestros socios en el diálogo con sus gobiernos, a fin de lograr que adopten una acción ambiciosa en materia de clima, incluido el aumento del apoyo financiero destinado a medidas de adaptación a nivel local.
  • En 2022, facilitaremos la celebración de reuniones periódicas entre los miembros de las comunidades, los representantes de los gobiernos locales y otros socios para apoyar la aplicación de leyes y políticas en materia de clima y desastres, así como el acceso a su financiación.
  • En 2022, abogaremos por el fortalecimiento de leyes y políticas en materia de clima y desastres en nuestros diálogos con el gobierno y en otros foros pertinentes, destacando los compromisos asumidos en el Marco de Sendai y el Acuerdo de París.
  • Participaremos en la formulación de procesos políticos nacionales relativos al clima y al medio ambiente, como las contribuciones determinadas a nivel nacional y los planes de adaptación nacional (NDC y NAP, respectivamente, por sus siglas en inglés), a fin de velar por la prioridad de la acción que beneficie a las personas más vulnerables.